La niña y la mariposa



Os dejo una pequeña historia que me contó una vez una profesora mía y yo también la conté hace poco en clase:

Una hermosa tarde de primavera, una niña encontró un capullo en el parque y decidió llevárselo a su casa, pues sabía que de aquel capullo acabaría naciendo una preciosa mariposa. Todas las mañanas antes de desayunar se acercaba a ver el capullo, para ver si por fin la mariposa salía de él. Finalmente, una mañana de domingo, al despertarse vio que había un pequeño orificio, y entonces se sentó a observar, viendo que la mariposa luchaba por poder salir de capullo.

La niña se percató de que la mariposa forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado la lucha, pues aparentemente no progresaba en su intento. Entonces la niña, con toda su buena intención, decidió ayudar a la mariposa y con unas pequeñas tijeras cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande y de esta manera por fin la mariposa pudo salir.

Sin embargo, algo iba mal. Al salir, tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas muy pequeñas y muy dobladas. La niña continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para poder volar. Pero no sucedió. La mariposa solamente podía arrastrarse con su cuerpecito y nunca pudo llegar a volar.

La niña, aunque tenía buena intención, no sabía que el entrenamiento que requería salir del capullo era lo que la mariposa necesitaba para que su cuerpo y sus alas fueran fuertes y grandes. Esa era la forma en la que la naturaleza hacía a las mariposas fuertes e independientes desde que nacían para enfrentarse al mundo.

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